Sentir que es un soplo de vida. - 2 edición
Por: Hoyos, Juan José.
Colaborador(es): Donadío, Lucía [Editora] | Toro, Alejandra [Editora].
Tipo de material: LibroSeries Colección sílabas de tinta.Editor: Medellín (Antioquia, Colombia) : Sílaba, c2015Edición: 2 edición.Descripción: 396 páginas ; 24 cm.Idioma: EspañolISBN: 9789588794532.Materia(s): Crónicas periodísticas -- Colombia | Crónicas -- Colombia | Antioquia (Colombia) -- Historia | Periodistas antioqueños | Autores colombianosClasificación CDD: 070 Recursos en línea: Haga clic para acceso en línea Resumen: Son crónicas para todos los gustos. Unas divertidas, como “¡Por fin Medellín descubrió el strip-tease!”, que empieza con una frase que abre el apetito: “En la misma ciudad en la que un día se prohibió entrar a María Félix por orden arzobispal, seis mujeres se desnudaron sin pena ni gloria durante cuatro semanas, en un oscuro teatro de la carrera Bolívar, ante los ojos de 10.000 antioqueños que pagaron por verlas, cada uno, 60 pesos”. Hay también notas de nostalgia, como “Los muchachos de la cuarenta y cinco”, y otras que son capítulos de la historia desesperada de este país, como “Urabá, la tierra de las mil paradojas”; varias pertenecen al género del disparate, como la vida de Pacho-loco, el primer hombre que llegó manejando un carro a Quibdó, “pescador, torero, acróbata, taxista, ex candidato a la Cámara, mecánico y poeta”, cuya casa en Bahía Solano se llamaba “La guarida del príncipe de los océanos”, donde guardaba tesoros fabulosos como un estribo del jumento de Sancho Panza, los clavos con que clavaron a Jesucristo, la bacinilla de la reina Victoria y la linterna de Diógenes recuperada de los océanos. Sin embargo, “Los muertos fuimos cinco”, el relato de un joven que sobrevivió a su propia muerte es, no la crónica anunciada, sino la crónica perfecta. Y, aterradora, como son los mil modos de morir que acechan a los colombianos.Item type | Current location | Collection | Call number | Copy number | Status | Date due | Barcode |
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Libro - Material General | Biblioteca Campus Palmas | General | 070.44/H868s/2 edición (Browse shelf) | 1 | Available | 0049259 |
Son crónicas para todos los gustos. Unas divertidas, como “¡Por fin Medellín descubrió el strip-tease!”, que empieza con una frase que abre el apetito: “En la misma ciudad en la que un día se prohibió entrar a María Félix por orden arzobispal, seis mujeres se desnudaron sin pena ni gloria durante cuatro semanas, en un oscuro teatro de la carrera Bolívar, ante los ojos de 10.000 antioqueños que pagaron por verlas, cada uno, 60 pesos”. Hay también notas de nostalgia, como “Los muchachos de la cuarenta y cinco”, y otras que son capítulos de la historia desesperada de este país, como “Urabá, la tierra de las mil paradojas”; varias pertenecen al género del disparate, como la vida de Pacho-loco, el primer hombre que llegó manejando un carro a Quibdó, “pescador, torero, acróbata, taxista, ex candidato a la Cámara, mecánico y poeta”, cuya casa en Bahía Solano se llamaba “La guarida del príncipe de los océanos”, donde guardaba tesoros fabulosos como un estribo del jumento de Sancho Panza, los clavos con que clavaron a Jesucristo, la bacinilla de la reina Victoria y la linterna de Diógenes recuperada de los océanos. Sin embargo, “Los muertos fuimos cinco”, el relato de un joven que sobrevivió a su propia muerte es, no la crónica anunciada, sino la crónica perfecta. Y, aterradora, como son los mil modos de morir que acechan a los colombianos.
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